Entrar al cine sin demasiadas expectativas y encontrarte con Philomena es de las sorpresas más agradables que ha traído esta, ya finiquitada, carrera de los Óscars. Cómica y ligera en su desarrollo, intensa, dramática y llena de denuncia social en su trasfondo, Philomena te roba el corazón desde el minuto uno.
Enmarcada en la historia de una de las miles de mujeres irlandesas que durante los años cincuenta y sesenta, perdieron a sus hijos, que fueron apartados de sus madres para entregárselos a familias adineradas de los Estados Unidos, gracias a la ayuda y bendición de la iglesia, la película cuenta la vivencia real de Philomena Lee. Interpretada por una Judy Dench que está impresionante en su papel de madre coraje que va a la búsqueda de su primer hijo, cincuenta años después de su separación forzosa y acompañada del periodista Martin Sixsmith (un Steve Coogan en estado de gracia).
Tan adorable resulta la interpretación de Dench, con escenas tan tiernas como Philomena explicando el argumento de una novela romántica o queriendo ver Esta abuela es un peligro que por unos minutos te olvidas de que Cate Blanchett hizo el papel del año en Blue Jasmine y deseas que Judy Dench lo gane todo.

Con la crítica a la institución eclesiástica siempre en la superficie, pero sin adentrarse demasiado, Philomena siempre inserta momentos entrañables y divertidos cuando la situación se torna más cruda. El director Stephen Frears prefiere centrarse en como los personajes se enfrentan y sobreviven con dignidad a situaciones tan complicadas, en lugar de ensañarse con los malos de la historia (escalofriante escena final en el convento irlandés). Y es que estamos, ante todo, como bien define el periodista al principio del film, ante una historia “de interés humano”.
Películas como Philomena, pequeñas pero sólidas, dignifican a premios como los Óscars y son necesarias en unos tiempos en que los premios, por su previsibilidad, por la gran cantidad de premios similares y por su falta de conexión con el público, empiezan a estar en entredicho.
| Philomena | 72 / 100
Lo mejor: Judy Dench.
Lo peor: Que no se moje más a la hora de criticar algunas actuaciones intolerables.
Después de ver “Al Encuentro de Mr. Banks“, cuesta entender como se quedó tan fuera de las nominaciones a los Óscars, especialmente, si recordamos que “La gran estafa americana” tuvo 10.
Tampoco se entiende muy bien por qué Emma Thompson se quedó fuera de la categoría de Mejor actriz ya que resulta más solvente que alguna de las rivales que sí estuvieron nominadas en la categoría.
La película, enmarcada entre Disney y un género que nos encanta: persona-malhumorada-y-antipática-sin-sentimientos-que-se-va-ablandando-poco-a-poco-hasta-demostrar-que-es-un-sol, la película es a la vez original en su planteamiento y convencional en su desarrollo. Los flasbacks que relatan la infancia de la escritora resultan demasiado frecuentes y pese que al final cobran más sentido, hubiera sido mejor para la película reducirlos al máximo, y así, ahorrar al espectador ser testigo del mayor error de casting de la película, Colin Farrell. El resto del reparto resulta correcto, incluyendo a Tom Hanks pero resultan ensombrecidos por el torrente interpretativo de Emma.

Los fans de Mary Poppins estarán maravillados, ya que podrán ver detenidamente el trasfondo de la historia de la canguro más famosa del mundo y el proceso de creación de su película, así como descubrir el personaje real que inspiró la película (SPOILER – adorable Rachel Griffiths). Los seguidores de la factoría Disney también legaran a conectar con la magia de la factoría en la última parte de la película. Sin embargo, le falta dar un “paso” más, una escena “más”; que acabe de emocionar y redondear la película, para que pase de clase media a clase alta. Suponemos que es esto último lo que ha dejado finalmente a la película en una especie de tierra de nadie (hablando estrictamente desde un punto de vista de palmares).
| Al Encuentro de Mr. Banks | 64 / 100
Lo mejor: Emma Thompson.
Lo peor: Colin Farrel, miss casting.